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Desde tiempos remotos, los diferentes gobiernos que se sucedieron hicieron muy pocos esfuerzos por integrar al Chaco a las políticas económicas y sociales, relegando al olvido a una gigantesca parte de nuestra nación que podría, con acciones enérgicas de largo aliento y el conocimiento científico adecuado, convertirse en una palanca de desarrollo para todo el país.
En los últimos días volvió al debate la posibilidad de asentar en Mariscal Estigarribia, en el Chaco paraguayo, una inversión a gran escala: convertir al aeropuerto de esta ciudad –que según estimaciones posee una de las pistas más largas de Sudamérica– en un hub de transporte de cargas y pasajeros en tránsito, un gran nudo de comunicaciones en el centro de la región. Se trata de un proyecto que tiene ya varios años y que cada cierto tiempo vuelve a generar interés y entusiasmo debido a los efectos altamente positivos que tendría sobre el desarrollo de esa zona de nuestro país y sobre la economía nacional en general.
Esta vez fueron funcionarios y autoridades de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac) los que mencionaron este plan. Aprovechando la inmejorable situación geográfica –prácticamente equidistante de las principales áreas productivas y polos urbanos del Cono Sur– y las excelentes condiciones climáticas para la aeronavegación, el Chaco puede transformarse, con las inversiones adecuadas, en un extraordinario centro de conexiones, con estaciones para reparación de aviones y depósitos de mercancías. Para tener una idea de la importancia que tendría para nuestro país un hub de cargas y pasajeros en tránsito bastará recordar que Chile, poseedor de una de las mayores flotas aéreas de América Latina, realiza la mayor parte de sus operaciones en aeropuertos mexicanos, debido a las limitaciones de su propia geografía.
Pero este es tan solo de uno de los muchos proyectos que podrían cambiar definitivamente la fisonomía del Chaco en el mediano plazo. El corredor biocéanico es otro plan de enorme trascendencia que explota las ventajas geoestratégicas de nuestra Región Occidental. Existe un creciente consenso acerca de la necesidad de buscar una conexión vial con Bolivia y Chile, con el propósito de facilitar el acceso a los puertos del Pacífico y a los mercados asiáticos. Este acuerdo incluye a autoridades y referentes del sector privado que apoyan la búsqueda de salidas alternativas para aliviar nuestra mediterraneidad y atenuar la dependencia que hoy tenemos de los puertos argentinos. El Chaco, en ese sentido, más que una barrera natural infranqueable debe ser concebida como un puente, como una puerta abierta.
Desde tiempos remotos, los diferentes gobiernos que se sucedieron hicieron muy pocos esfuerzos por integrar al Chaco a las políticas económicas y sociales, relegando al olvido a una gigantesca parte de nuestra nación que podría, con acciones enérgicas de largo aliento y el conocimiento científico adecuado, convertirse en una palanca de desarrollo para todo el país. El Chaco ha sido –durante décadas, durante siglos– una región inhóspita y difícil. Sin medios de transporte, estructura vial ni medios de comunicación, la escasa población debió sobrevivir en medio de las penurias impuestas por la naturaleza rigurosa y la ausencia de Estado.
Con una política exterior inteligente y con una sólida alianza público-privada es posible la construcción de un futuro muy diferente para los chaqueños en los años venideros. Es cierto que cinco años –el período presidencial– no alcanzarán nunca para sacar del atraso a la Región Occidental, pero es tiempo suficiente para echar las bases al menos de políticas de Estado que apunten el crecimiento económico, el desarrollo social y la protección ambiental en esa parte del país. El gobierno de Horacio Cartes tendrá la oportunidad de marcar un viraje histórico en la relación que nuestra nación tiene con esa porción gigantesca de nuestro territorio.
NOTA EDITORIAL
Diario La Nacion Paraguay
09/08/2013
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