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Según un informe presen­tado por el Fondo Mone­tario Internacional (FMI), las perspectivas de corto plazo son favorables para el Paraguay. Al igual que en la región, sostener el crecimiento a mediano plazo requerirá mejorar la productividad y aumentar los niveles de inversión de capital físico y humano.

Estos esfuerzos deben ir acompañados de políticas macroeconómicas que ase­guren la estabilidad, dado que las actuales condicio­nes externas altamente favorables no perdurarán para siempre.
Habrá que consolidar los avances en materia de polí­tica monetaria y cambiaria, continuando el esquema de metas de inflación del BCP, con una flotación adminis­trada del tipo de cambio.
Deberá continuarse con el proceso de fortalecimiento regulatorio y de supervi­sión del sistema financiero, implementando las agendas de trabajo elaboradas con el FMI (FSAP) y el GAFI (AML).
En materia fiscal se nece­sitará forjar consensos que permitan impulsar refor­mas estructurales de gran calado.

Sería prudente incremen­tar el ahorro fiscal, de ma­nera que la economía se encuentre en una posición más fuerte para poder li­diar con choques negati­vos, dentro de un proceso sólido y transparente de formulación de políticas fiscales que eleve la cali­dad del gasto público (Ley de Responsabilidad Fiscal, Sistema Nacional de Inver­sión Pública, APP, salarios y empleo público).

Pero un nivel más alto en la provisión de bienes públicos requerirá mayor esfuerzo tributario, comen­zando por la ampliación de bases tributaria (IRP, sector agropecuario).

Alejandro Werner, direc­tor del Departamento del Hemisferio Occidental, con­cluyó que tras contraerse 0,9% en 2012, la economía está repuntando con rapi­dez en 2013. La producción agrícola se vio gravemente afectada por una sequía el año pasado, pero se ha recuperado notablemente gracias a una cosecha de soja sin precedentes. Al mismo tiempo, el fuerte au­mento del gasto público y el relajamiento de la política monetaria han apuntalado el producto interno bruto (PIB) no agrícola, que está creciendo algo por encima de su potencial, sobre todo en los sectores de servicios y construcción. El creci­ciento del crédito bancario se ha estabilizado, aunque el crédito denominado en moneda extranjera conti­núa creciendo rápidamente, gracias a los excelentes ren­dimientos agrícolas y a las políticas macroeconómicas de apoyo.

La inflación, no obstante, ha permanecido sorpren­dentemente atenuada, dado que los shocks de la oferta aún no se han disipado. La inflación se redujo –a menos 1% interanual en mayo– debido a los precios más bajos de la carne, un fortalecimiento de la mone­da en la primera parte del año y un reciente aumento de las importaciones de Argentina, que se han visto favorecidas por un debilita­miento del peso y una fron­tera permeable.

Las condiciones moneta­rias se mantienen acomo­dadas, dado que las tasas de interés reales se man­tienen debajo de niveles neutros, dadas las expecta­tivas de inflación. Aunque la inflación se ha mante­nido moderada, el equipo espera una aceleración a medida que se normalicen los precios de la carne, y las autoridades deberían estar preparadas para reaccionar sin demora.

En vista del crecimiento sostenido de la demanda interna y una brecha po­sitiva del producto, las au­toridades deben iniciar el retiro del estímulo fiscal en 2014. La política fiscal está proporcionando un cierto impulso adicional este año tras un estímulo de 2% del PIB en 2012, vin­culado principalmente a un drástico aumento del gasto público, en particular de la nómina salarial. El gasto salarial ha ido absorbien­do poco a poco una mayor proporción del gasto total del Gobierno central y, por ende, el retiro del estímulo fiscal será un desafío y qui­zás implique una compre­sión desafortunada de los gastos de capital.

Debe reforzarse el marco fiscal para salvaguardar la estabilidad macrofinan­ciera y garantizar el uso eficiente de los recursos fiscales. El proceso presu­puestario en Paraguay es excesivamente complicado y no cumple con su cometi­do primario de asignar re­cursos de manera eficiente y eficaz para respaldar las políticas del Gobierno.

En los últimos años, el gasto público y, en parti­cular, la nómina salarial han crecido a un ritmo más rápido que el PIB potencial. Hasta hace poco esto no se había visto reflejado en un empeoramiento general de los resultados presupuesta­rios, gracias a que el dina­mismo cíclico de los precios de las materias primas ha generado flujos de ingresos relativamente abundantes.

 

Sin embargo, el crecimien­to del gasto corriente está erosionando cada vez más el espacio disponible para el gasto de capital y social y para ejecutar políticas anticíclicas.

En este contexto, parti­cularmente durante el de­bate parlamentario sobre el Presupuesto, Paraguay debería adoptar la sana práctica de añadir gastos permanentes únicamente cuando se hayan claramen­te identificado e incluido en el Presupuesto recursos permanentes. Asimismo, las modificaciones presu­puestarias dentro del año deberían ser previamente evaluadas por el Ministerio de Hacienda, para evitar el surgimiento de gastos sin financiamiento. Estas me­didas ayudarán a promover una discusión necesaria para reforzar la razón de ingresos tributarios a pro­ductos, que en la actualidad están entre los más bajos de la región.

Para afianzar el mar­co fiscal, las autoridades deberían considerar la aprobación de una ley de transparencia y responsa­bilidad fiscal que describa claramente las prioridades fiscales del país.

Reconocemos los esfuer­zos del Banco Central para afianzar la supervisión y regulación del sector finan­ciero. Se está trabajado en la modernización de las le­yes del Banco Central y de bancos comerciales con el fin de incorporar mejores prácticas de regulación y supervisión, con la finali­dad de dar una mayor fle­xibilidad para la ejecución de esas funciones y para apuntalar una supervisión basada en riesgos. Concre­tamente, la modificación del marco jurídico permi­tirá brindar protección legal a los supervisores; expandir el perímetro de regulación; ampliar las fa­cultades del Banco Central para ajustar requisitos y desarrollar nuevas regula­ciones prudenciales; refor­zar las normas para auto­rizar nuevas instituciones financieras y fortalecer la supervisión.

 

Por Santiago Zavattiero

Fuente: 5días.