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Innumerables estudios concluyen que hoy más que nunca hace falta producir con sostenibilidad; vale decir, hacer un uso responsable y planificado de los recursos naturales (agua, suelo, aire, árboles, petróleo y derivados), de tal modo de colaborar y ayudar a su renovación o recuperación. De esta manera, se protegería el medio y se aseguraría la disponibilidad de dichos recursos también para las generaciones futuras. Entonces, el precio final de un alimento natural o procesado, sea vegetal o animal, debería contemplar el valor monetario de los recursos naturales que se han utilizado o consumido para su obtención o fabricación. Es lo que se denomina costos ambientales. (Ing. Agr. Fernando Díaz Shenker)*
Los denominados costos ambientales, por supuesto, no son fáciles de estimar. Lo cierto es que, de alguna manera, también deberían formar parte de la estructura de costos de producción o fabricación de un alimento, producto o servicio y, por lo tanto, en las estimaciones de rentabilidad y otros indicadores de beneficio económico de las empresas y otras organizaciones dedicadas a la industrialización, principalmente.
COSTOS
En los procesos de producción, transformación y comercialización, se estima el costo y se asignan montos a aquellos insumos que participan en dichos procesos, como ser semillas, fertilizantes, agrodefensivos; mano de obra, transporte y energía; implementos, equipos y maquinarias. Pero existen otros costos (ambientales) que se emplean y que, por lo general, no se valoran monetariamente, sobre todo al momento de determinar relaciones de beneficio/costo o rentabilidad. Aquí se encuentran los recursos naturales que, si bien se estiman, por lo general a través de las facturas de agua y luz, no se tienen en cuenta, pues se trata de recursos renovables, todavía abundantes y al alcance de una mayoría; por lo que se continúa usando como si fueran eternos. Y esto a pesar de que ya se habla de una crisis por escasez del petróleo y del agua: dos de los ejemplos más notorios.
LAS EMPRESAS PÚBLICAS Y PRIVADAS
El impacto ambiental que provocan las actividades del hombre, ya muestran sus primeras consecuencias con el cambio climático y sus efectos más acentuados de lluvias y calores intensos; enfermedades tropicales, alergias y contaminaciones del aire.
Si se sigue con este análisis, las empresas e instituciones que tomen en cuenta en sus acciones el papel del ambiente para la sostenibilidad agropecuaria, forestal e industrial incluirán dentro de su planificación y programación de actividades, el logro de objetivos y metas ambientales; además de los propios empresariales. Algunos ejemplos son el reciclaje, la reutilización y la reducción de insumos como el papel. El tratamiento de efluentes y desechos industriales y su reutilización como fuente de energía alternativa y también de abonos, en vez de arrojarlos a los suelos o cursos de agua, como ocurre con el lago Ypacaraí. El uso de tecnologías limpias, como la energía solar (paneles y calentadores solares) y eólica (molinos de viento); el empleo de agrocombustibles (caña de azúcar, maíz, sorgo, jatropha); el uso de materiales biodegradables (bolsas y envases de plástico).
CONCLUSIÓN
Cada vez cobrará una mayor importancia la inclusión de los costos ambientales por parte de las empresas para la fijación de los precios de sus productos y servicios. Creo que los daños que ya se perciben con relación al ambiente y al uso de los recursos naturales ameritan que los economistas, sobre todo aquellos con orientación hacia la economía ecológica, tengan en cuenta y difundan el valor de dichos costos, para quienes deseen producir de manera sostenible. Pero al final, la responsabilidad es de todos: del Gobierno e instancias oficiales; del sector privado productivo; de los gremios; de productores y consumidores.
(*) Especialista en Comunicación Rural
Por ABC Rural
Fuente: ABC Rural