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La compleja situación que atraviesa la Integración Económica en el Cono Surdifícilmente termine en el olvido y sin generar algunos cambios en el tablero regional. Muestra de ello, son las señales que ya se empiezan a ver en algunos países y confirman lo que dijimos en algún artículo anterior, de que hoy la región está unida por el pasado y dividida hacia el futuro.

Un país con las características de Uruguay por ejemplo, difícilmente podrá seguir soportando por varios años más la visión proteccionista hacia el comercio que se está dando entre sus principales socios. La realidad que se vive en estas latitudes yasobrepasa la cercanía política que existe entre algunos gobernantes y se aproxima cada vez más a posibles repercusiones muy serias en la matriz productiva de un país que -como tantos otros- tiene hipotecado su crecimiento en su apertura al mundo.

En estos últimos meses, la diplomacia de la subregión ha estado oscilando entre la paciencia y la cercanía política, pero cada vez menos sobre los aspectos comerciales y económicos.

 

En el caso de los países cuya dimensión del mercado interno sirve para respaldar los vaivenes de la economía internacional, poco importa dedicar meses e incluso años a posicionarse políticamente en un mundo que está cambiando sus actores principales. Para Brasil, este factor resulta hasta necesario. No sería razonable criticar la estrategia de Itamaraty que en definitiva está haciendo lo que debe hacer ante la actual coyuntura internacional.

 

Es muy distinta la situación que viven las economías menores, a las que muy poco le sirve basar su inserción internacional únicamente en aspectos políticos, que poco o nada contribuyen con la rentabilidad de las empresas (y con ellas sus empleados) que necesitan que su país genere la mayor cantidad de acuerdos comerciales para poder diversificar sus mercados. Lo que hoy sucede en América del Sur es todo lo contrario. No existe libre circulación ni entre socios comerciales.

Los proyectos de integración productiva, que pueden llegar a ser la solución para alivianar las asimetrías, pocos avances han mostrado más allá de existir un sinfín de discursos a su favor. Las comisiones se crean, los resultados se diluyen y mientras tanto, la sociedad espera.

Por estas razones, los cambios naturales ya se empezaron a notar al ver que Uruguay y Paraguay, hace pocos días formularon su intención de formar parte (en un primer momento como países observadores) de la Alianza del Pacífico, conformada por Chile, Perú, Colombia y México, y a la espera de ingresar, Panamá y Costa Rica.

En el caso de Uruguay, el Canciller Luis Almagro ya confirmó que presentará la solicitud como miembro observador de la Alianza. Asimismo, el presidente José Mujica sigue siendo uno de los principales defensores del Mercosur, pero ahora alineando cada vez más a Brasil y Venezuela, y alejándose de Argentina que se posiciona hoy como el país más proteccionista del mundo, según la última medición del Global Trade Alertcentro de investigación económico que financia el Banco Mundial.

 

En el caso de Paraguay, el canciller Fernández Estigarribia, solicitó a su embajada en Chile analizar los requisitos para formar parte de esta Alianza. Además señaló que esta decisión se hace «no por revancha (contra el Mercosur) sino porque el Pacífico es económico y no político».

Estos movimientos demuestran varias cosas. En primer lugar, la resignación que naturalmente se iba a dar, de parte de algunos países sudamericanos, al proteccionismo comercial que lejos de ser beneficioso limita el crecimiento económico.

Por otra parte, confirman la aprobación de la estrategia de inserción comercial de países como Chile, Perú y Colombia que sin alejarse de la región supieron mirar hacia el mundo. Estos países fueron capaces de romper paradigmas, porque normalmente se escucha que a los países pequeños les sirve formar parte de bloques para contar con un mayor peso relativo al momento de negociar con terceros. Sin embargo, sorprende ver cómo la estrategia de inserción de Chile pudo combinar las dos cosas sin que ello implique perder la libertad de asociarse comercialmente con el resto del mundo.

Durante estos días el ministro chileno de Relaciones Exteriores, Alfredo Moreno,aprovechando la Presidencia Pro Tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) realizó una gira por Emiratos Árabes, India y China; junto a su homólogo venezolano y el vicecanciller cubano. Es un viaje estratégico por dónde se lo mire: visita oficial como vocero regional a tres mercados con un desarrollo formidable y acompañado por dos actores políticos que son muy bien recibidos en los países a los que se realizarán las visitas. Mientras algunos van en busca de alianzas geopolíticas, otros -muy inteligentemente- van a cerrar negociosque contribuyen con su sociedad.

Uruguay y Paraguay, parecen darse cuenta cada vez más de que poco lograrán dejando de lado la apertura comercial. El canciller Luis Almagro de Uruguay lo confirmó al decir hace pocos días que «las trabas y distorsiones comerciales llevaron a que la plataforma del Mercosur esté fuera de servicio».

Para los países de la Alianza del Pacífico estos cambios no son más que la confirmación de un éxito. Para Uruguay y Paraguay, que estaban claramente alienados al comercio regional, podrá significar el inicio de una nueva etapa en su política exterior. La misma que esperemos algún día se extienda para aquellos que aún siguen creyendo que el crecimiento está en mirar hacia adentro, cuando sobran muestras de que el desarrollo está justamente por el camino contrario.

 

 

Por:  Nicolás Albertoni

Nicolás Albertoni es especialista en Política Intencional, investigador del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la Universidad Católica del Uruguay.  Autor del libro «Entre el barrio y el mundo ¿Mercosur o el modelo chileno? Dos alternativas para Uruguay», editado por el sello Taurus Uruguay